Extracto sobre la Guerra Civil:

  En Tramacastilla (Teruel) entraron los rojos en mayo o junio de 1936 y asesinaron al maestro, al secretario y al telefonista, y obligaron a los niños del pueblo a presenciar desde lejos la muerte de su maestro. Luego saquearon todas las casas, primero las que estaban abandonadas y después las que no lo estaban. «A mi abuelo le quitaron todos los jamones, los cerdos, las gallinas, y cuando ya no le quedaba nada más lo querían matar.»

Cuando entraron los rojos, los curas de algunos pueblos huyeron; pero los que no pudieron huir o se quedaron fueron asesinados.

A continuación obligaron a los paisanos a sacar los santos de la iglesia y a hacer una pira con ellos en mitad de la plaza en presencia de todo el pueblo. Una vez despojada, la iglesia fue utilizada para cocinar el rancho que se servía a todo el pueblo, que todos los alimentos habían sido confiscados por el comité.

Con el otoño llegaron los nacionales y tomaron el pueblo. Mientras duró la batalla muchos huyeron al monte o se escondieron en los desvanes de las casas. Entonces cayó una bomba en las afueras del pueblo, en un lugar llamado el Pozo del Molino, que hizo temblar todas las casas y causó la rotura de los cristales de las ventanas. Terminada la refriega, se ordenó a los viejos del lugar que recogieran y enterrasen los cadáveres que habían quedado por los montes.

Los nacionales empujaron a los rojos hacia Teruel donde se dio una gran batalla y, como era invierno, por ambos bandos muchos soldados perecieron de frío.

Tanto los rojos como los nacionales se llevaron no sólo a todos los mozos que quedaban en el pueblo, sino también a los hombres maduros; es decir, a las quintas del chupete y del saco.

Enviado por Susana García, Frías de Albarracín

Nota: Este texto es un extracto de una crónica sobre la guerra civil. Ha sido publicado exclusivamente porque en él se hace referencia a la localidad de Tramacastilla. No pretende juzgar ni tomar partido por ninguna ideología, pues de todos es sabido que ambos bandos realizaron barbaridades. Sirva pues este manifiesto sólo como ejemplo de los hechos que hay que denunciar.