EL RELIEVE DE LA SIERRA DE ALBARRACÍN |
El relieve de la superficie terrestre es un producto dinámico que se modifica lentamente a lo largo del tiempo geológico. Cada vez que quedan definidos los grandes rasgos de la arquitectura cortical como resultado de los empujes que origina la actividad profunda del planeta, los procesos erosivos inician el retoque de los materiales rocosos y contribuyen a caracterizar la forma de la topografía. La naturaleza de las rocas y su estructura controlan la actividad de los agentes erosivos.
Los rasgos estructurales que de forma más patente se expresan en el paisaje, son los resultantes de las deformaciones más recientes.
En esta zona las estructuras que dominan el paisaje con su impronta, se conformaron a finales de la Era Terciaria (hace unos 5 millones de años) una vez que los principales movimientos alpinos ya habían elevado la Cadena Ibérica. Con anterioridad, a lo largo del Terciario superior, los marcos montuosos resultantes de la principal elevación, habían sufrido un importante desgaste, en tanto que las primitivas fosas se habían rellenado de sedimentos.
Una superficie de gran extensión, reconocible fácilmente en gran parte del trayecto a través de la Sierra de Albarracín, constituía el principal rasgo de aquel antiguo paisaje. Fue entonces cuando movimientos de componente vertical iban a configurar la actual distribución de Serranías y Depresiones. La cordillera se comportó a modo de una armadura medieval, articulando el movimiento en algunas zonas a favor de fracturas y permaneciendo rígida en el resto del conjunto. Aquel relieve arrasado se rejuvenecía y así se dibujaba el actual paisaje turolense, con las Serranías de Albarracín y Sierra de Javalambre, entre otras y las depresiones de La Puebla de Valverde-Sarrión, de Alfambra-Teruel y del Jiloca-Gallocanta, delimitándolas. Estos movimientos fijaron la actual distribución de tierras emergidas y marinas, situando el litoral en relación con el amplio graderío y sistemas de fosas que, desde nuestras sierras orientales, se extienden hacia tierras castellonenses.
A escala de mayor detalle, la estructura fuertemente diaclasada de las rocas tiene gran incidencia en el modelado que acabará por desarrollarse. La dilatada historia geológica de la Corteza terrestre ha hecho que las múltiples compresiones y distensiones sufridas por las rocas se resuelvan formando también gran cantidad de grietas que literalmente cuartean las rocas. De esta forma, el agua ha podido infiltrarse en la roca caliza e iniciar el trabajo de disolución y karstificación, originando amplios campos de dolinas, especialmente desarrollados en la zona de Griegos-Villar del Cobo, e innumerables galerías subterráneas en relación con las cuales está la espectacular surgencia de la fuente de Cella. Por otra parte, el agua retenida en las grietas, al surgir ciclos de hielo-deshielo, ha desprendido multitud de fragmentos rocosos. En las cercanías de Orihuela del Tremedal, las acumulaciones de los bloques de cuarcita que cayeron hasta el fondo de los valles constituyen impresionantes testigos del pasado periglaciar.
La naturaleza de los materiales rocosos es un elemento que también influye marcadamente en el desarrollo del relieve. Encontramos amplias zonas de arcillas y margas de colores abigarrados que presentan intercalaciones de yesos. Son de menor resistencia frente al desgaste que da lugar a extensos replanos con vegetación de poco porte, escasa, y muy adaptada a este difícil suelo. Pisamos este tipo de terreno una vez adentrados en la Serranía de Albarracín, y nos será fácil reconocer otros pequeños afloramientos de estos materiales que se formaron a principios de la Era Secundaria. El yeso seguirá estando presente y también podremos encontrar pequeños cristales piramidados de cuarzo rojo.
Nos adentramos en el país calizo. A lo largo del recorrido serán abundantes los restos fósiles de bivalvos, cefalópodos, braquiópodos, gasterópodos y espongiarios que encontraremos. En muchos lugares, el relieve nos engaña, pues sus formas suaves esconden que nos encontramos sobre una cordillera cuyos materiales sufrieron plegamientos y fracturaciones alpinas. Sin embargo, el paisaje se rompe por los numerosos barrancos que se encajan profundamente. Los movimientos verticales del final del Terciario han sido los responsables de la reactivación de la capacidad erosiva de las corrientes superficiales que de esta forma han incidido en el terreno profundizando el trazado de sus meandros.
Llegamos a Griegos rodeando la Muela de San Juan. Se trata del núcleo de un enorme pliegue sinclinal conformado en materiales calizos del Cretácico. En sus laderas afloran las mismas arenas blancas que en otros lugares se explotan para la extracción de caolines.
Al dirigirnos hacia Orihuela alcanzamos los materiales más antiguos que se observan en este sendero. Son cuarcitas y pizarras negras que se formaron en los mares de la Era Primaria, en unos tiempos en los que los continentes todavía carecían de cubierta vegetal que les protegiera de los procesos erosivos, acciones que fácilmente removilizaban grandes volúmenes de material detrítico. Podremos encontrar representantes fósiles de las faunas planctónicas de aquellos mares Paleozoicos en los pequeños afloramientos de pizarras que encontraremos una vez pasada la recta del puerto, ya en las puertas de Orihuela. De forma brusca, encontraremos de nuevo el país calizo en una Orihuela que, al igual que en el resto del sendero, ha utilizado la piedra caliza en su arquitectura tradicional.
José Carrasquer Zamora